Abordemos ahora, el abuso más criminal que pueda hacerse de las ciencias mágicasLa magia, o más bien, LA BRUJERÍA ENVENENADORA, (y debcomprenderse que esto se escribe, no para enseñar,
sino para prevenir)
Si la justicia humana, al perseguir a los adeptos, no lo hubiera hecho más que
contra los nigromantes, brujos o hechiceros envenenadores, es cierto, como ya lo he advertido, que sus rigores habrían sido
justos, y que las más severas intimidaciones, nunca hubieran sido excesivas contra semejantes maldades.
Sin embargo, no hay que creer, que el poder de la vida y de la muerte, que pertenecen
secretamente al mago, haya sido siempre ejercicio para satisfacer alguna cobarde venganza, o una concupiscencia más cobarde
todavía.
En la edad media, como en el antiguo mundo, las asociaciones mágicas, han fulminado
y hecho desaparecer lentamente, con frecuencia, a la reveladores o profanadores de los misterios, y cuando la espada mágica
debía abstenerse de funcionar, cuando la efusión de sangre era de temer, entonces, el agua “taffana”, los “ramilletes perfumados”, y la camisa
de “nessus” y otros instrumentos de muerte, más desconocidos y más
extraños, servían para ejecutar más pronto o más tarde, la terrible sentencia del tribunal secreto
Ya hemos dicho, que existe en magia, un grande e indecible arcano que no se
comunica jamás, entre adeptos, y que, sobre todo, es preciso impedir a toda costa, que los profanos lo adivinen, cualquiera
que en otro tiempo, revelara o hiciera descubrir a los demás, por imprudentes revelaciones, la clave de este arcano supremo,
era condenado inmediatamente a muerte, y obligado, con frecuencia, a ser el mismo, el ejecutor de la sentencia.
Alejandro Dumas, en su novela “EL CONDE DE MONTE CRISTO”, ha revelado
algunas de las prácticas de esta ciencia funesta.
No repetiremos de el, las tristes teorías del crimen, de como se envenenan las
plantas; no diremos como, por medio de unciones venenosas, se envenenan las paredes de las casas, y tampoco diremos como se
envenena el aire que se respira, por medio de fumigaciones que requieren que el observador emplee careta de vidrio, de la
“SANTA CRUZ”. Dejaremos a la antigua canidia, sus misterios, y no
buscaremos tambpoco, hasta que punto, los ritos infernales de SAGANE, han perfeccionado el ante de locusta, (celebre envenenadora romana, que suministró el veneno que causó la muerte a CLAUDIO Y A BRITÁNICO. Fue
protegida por Nerón, y después de la caída de este, fue condenada a morir por GALBA).
Se escribían secretos para envenenar, y
las disfrazaban bajo términos técnicos de alquimia, y en más de algún libro antiguo, sedicente hermético, el secreto de la
pólvora de proyección, no es otro que el de la pólvora de sucesión
En el gran grimorio, se encuentra aún,
una de esas recetas menos disfrazadas que las demás, pero titulada únicamente, Como “MEDIO DE HACER EL ORO”.
Juan bautista Porta, en su “MAGIA
NATURAL”, da una receta del veneno de los BORGIA, pero como puede suponerse, se burla de su publico, y no divulga totalmente
la verdad, por demás, demasiada peligrosa, en semejante materia.
Eran los polvos de la receta de PORTA,
los que los brujos de la edad media, pretendían recibir en los aquelarres, y que expedían a gran precio, a la ignorancia o
al odio.
El hechicero o la hechicera, eran casi
siempre, una especie de sapos humanos, hinchados de inveterados rencores; eran pobres, eran rechazados de todos, y por consecuencia,
odiaban. El temor que inspiraban, era su consuelo y su venganza. Solo la operación de esas malvadas obras, y el cumplimiento de esos repugnantes misterios, constituían y confirmaban,
lo que entonces se llamaba: pacto con el mal
espíritu.
Es cierto, que el operador debía pertenecer,
en alma y cuerpo, al mal, y que merecía, con justo titulo, la reprobación universal e irrevocable, manifestada por la alegoría
del infierno.
El estudio de los talismanes y de los pentáculos,
es una de las más curiosas ramas de la magia, y está ligada a la numismática historia. Las imágenes mágicas de los antiguos,
eran pentáculos, es decir, SÍNTESIS CABALÍSTICOS.
LA RUEDA DE Pitágoras, Es un Pentáculo
análogo al de la rueda de Ezequiel, y ambas figuras son los mismos secretos e idéntica filosofía, es la llave de todos los
pentáculos.
Los cuatro animales, mejor, las esfinges
de cuatro cabezas del mismo profeta, son idénticas a un admirable símbolo indio, y que se refiere a la ciencia del gran arcano,
que no debemos revelar.
San Juan, en su Apocalipsis, ha copiado
y ampliado este libro maravilloso, son otros tantos pentáculos mágicos, de los cuales los cabalistas encuentran fácilmente
la clave
Me es prohibido, revelar más.